lunes, 14 de noviembre de 2016

La agresividad infanto- juvenil. Tarea de todos

Cada poco tiempo nos llegan noticias de violencia infanto -juvenil que nos dejan sorprendidos y preocupados. Algunos consideran que es algo que siempre ha pasado, y que la diferencia está en que ahora se graba, se televisa y se denuncia. Otros consideran que es algo nuevo, que se nos va de las manos. Puesto que no se trata de simples discusiones entre niños, que efectivamente forman parte de la normalidad, no debemos perdernos en identificar en que momento histórico empezaron a producirse.  Lo importante es que a día de hoy, hay niños que sufren desmesuradamente a causa de otros, y hay niños que son causantes de dolor y  a los que parece no importarles.

El otro día una muy buena amiga mía me decía:
 Si mi hijo fuera víctima de otro niño lo pasaría muy mal,
 pero si fuera mi hijo el causante de dolor, creo que lo pasaría aun peor…

Esta debe ser la actitud de todos, pues cuando un niño hace sufrir de esa forma a otro, algo va mal… algo hay que cambiar. Gracias a Dios nada está perdido, siempre estamos a tiempo de rectificar en educación, pero es vital aceptar la realidad, y ponerse manos a la obra.

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¿ En que momento aparece la agresividad en los niños?

Entre los 2 o 3 años los niños pueden empezar a pegar, forma parte de su proceso evolutivo y su relación con el medio; es como llevarse todo a la boca, manipular cualquier objeto y experimentar. Es una conducta que surge en un intento de conseguir lo que se proponen, o de captar la atención de alguien. Por tanto es algo normal, pero que como muchas otras conductas que irán apareciendo, tiene que ser corregida, pues de otro modo, el niño asociará la agresión con una consecuencia positiva: “pego y consigo que me den el juguete, así que seguiré pegando”. Durante la etapa de primaria, empieza a aparecer la violencia tanto física como verbal por venganza, por celos y por un mal manejo de emociones.  Y ya  en la preadolescencia y adolescencia se producen picos de violencia, que un niño que ha aprendido en la niñez, sabe controlar en la mayoría de la ocasiones, dependiendo de la situación.

Factores que mantienen conductas agresivas a lo largo del tiempo

  • Sobreprotección durante la infancia. Por un lado, los niños que no son corregidos tienen muchas probabilidades de ser adolescentes agresivos. Así que lo que de niños era algo inofensivo, se convierte en un problema de relación. Por otro lado, el niño que ha tenido todo solucionado siempre, no ha aprendido estrategias para resolver sus problemas, luego ante las dificultades, utilizarà conductas propias de la primera infancia: pego para conseguir algo.
  • Estilo educativo en la familia: Es un hecho contrastado que en familias donde la disciplina es agresiva, los niños aprenden a relacionarse de esa forma. Si queremos corregirles para que no peguen a los demás niños, no podemos utilizar esa  misma violencia como castigo, es incoherente, estariamos diciendo una cosa, pero haciendo otra, y como sabemos, el ejemplo es el mejor educador. 
  • La desensibilización de los niños respecto a la violencia. Un niño que presencia continuamente actos violentos, ya sea en directo, en películas, o video juegos, tiene cada vez un umbral de tolerancia a la agresividad más alto, es decir, cada vez le afectan menos los actos violentos a sus alrededor. 
  • El factor genético también influye. El prestigioso neurcientífico Joaquin Fuster, considera que parte de la conducta poco social de los niños y jóvenes se justifica por una corteza prefrontal que aún no ha madurado lo suficiente. 

 ¿Que intención tiene un  adolescente violento?

  • Conseguir algo: Estos son los niños que no ha aprendido a negociar, y que solo saben relacionarse de esta forma. Deben aprender que hay otras formas más eficaces de conseguir lo que se proponen. Son niños que valoran mucho la ayuda, pues suelen estar aislados, son difíciles de tratar.
  • Conservar el rol adquirido entre sus iguales. Son niños que son considerados “matones” dentro de su grupo de iguales y ello les reporta beneficios y poder. Suelen actuar en grupo. Desgraciadamente han encontrado su hueco entre los demás niños de esta forma. Es un círculo que hay que romper, y reconducir  al niño individualmente para solucionarlo.
  • Defenderse de un mundo “hostil”. Son niños que perciben las circunstancias que les rodean como peligrosas, aunque el hecho no vaya dirigido contra ellos, o no tenga mala intención. Ello les hace estar continuamente a la defensiva. Este tipo de niños suele estar muy condicionado por experiencias pasadas. Deben aprender a interpretar certeramente la realidad. Para ello se suelen utilizar terapias cognitivas con buenos resultados.
  • Ver sufrir a alguien. Este tipo de niño disfruta viendo que una persona lo pasa mal. Suelen actuar solos, pues su afán no es otro que ver sufrir. Es el menos común, pero obviamente el más preocupante, necesita ayuda profesional inmediata. 


Evitar esta violencia es trabajo de todos. Debemos enseñar empatía desde pequeños: si eres capaz de ponerte en el papel del otro, evitas hacer cosas que le hagan daño. Es una forma de salir de uno mismo y ser sensible a las circunstancias de los demás. Tanto adultos como niños debemos actuar cuando vemos actos agresivos en plena calle. Debemos enseñar a nuestros hijos que avisar a un adulto de lo que está pasando no es “chivarse”, sino ayudar,  pues de otra forma el hecho no trasciende. 
Como parte de la sociedad, debemos admirar y fomentar los líderes que aportan paz y sensatez. Si nosotros lo hacemos, nuestros hijos valorarán más a sus compañeros pacíficos, y no permitirán que ningún “matón”  se convierta en líder.  No es cuestión de culpar a nadie, sino de trabajo en equipo…

"Las paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos"
                                                                                                Juan Pablo II


1 comentario:

Manuel dijo...

El problema más grave es que muchos padres no lo vencimo algo negativo e inclusión beben con frecuencia delante de sus hijos. Desgraciadamente genera muchos problemas, aunque no todos se vean.