sábado, 1 de octubre de 2016

"No sé de que se trata pero me opongo". La comunicación padres-adolescentes

“No sé de que se trata pero me opongo” 

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Esta cita de Unamuno expresa la negación a toda posibilidad de acuerdo. Podría ser el resumen de la actitud de muchos adolescentes que desconcierta a sus padres, que muchas veces se preguntan donde está ese niño dulce y alegre que contagiaba a los demás.  Pero para consuelo de todos, se trata de una fase más del desarrollo de las personas,  una época llena de posibilidades, donde los niños afianzan todo lo sembrado durante la niñez y empiezan a despegar por ellos mismos,  a desplegar sus alas. No todos los padres están preparados para ello,  pero así debe ser, no podemos olvidar que nuestra función es prepararlos para la vida.  Si eres padre de adolescente, prepárate para formar desde la retaguardia, es lo más importante que podemos dejarles, una formación sólida que les ayude a tomar decisiones por sí mismos en momentos difíciles. 
En posts anteriores hemos hablado de la comunicación padres - hijos. Es un tema tan importante, que merece un artículo, así que hoy vamos a dar pistas para una comunicación fluida. Nos centraremos en los adolescentes,  pero no olvidemos que la confianza se forja en la niñez, si no se dedica tiempo durante esta etapa, lo que viene después se complica.

 “Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para enseñarnos que vale más oír que hablar”
Esta reflexión del filósofo griego  Zenón de Elea nos viene “al pelo” . Una conversación en la que uno habla, habla, habla, sermonea, y sigue hablando, es por definición estéril: no tiene efecto alguno.:
Ejerzamos la ESCUCHA  ACTIVA,
un estilo de comunicación que demuestra al hablante que el oyente lo está entendiendo. 

  • Contactar visualmente. Para ello es importante centrarse en la conversación. Si mientras nuestro hijo nos habla de un tema que para él es importante estamos cocinando, pendientes del móvil o intentando hacer cualquier otra cosa a la vez, el adolescente ( y cualquier persona) percibe que lo oyes, pero que no le das importancia a lo que te cuenta. Resultado: cada vez te contará menos.
  • Aceptar y reconocer sus emociones. Si nos cuenta lo triste que está por algún suceso, por muy trivial que a nosotros como adultos nos parezca, debemos hacerles ver que comprendemos su estado de ánimo. Para ello es aconsejable decirle directamente que lo entiendes, y sobre todo evitar frases del tipo: ¿por esa tontería vas a llorar? Ayuda recordar como se sentía uno mismo cuando era adolescente. Los adultos dejamos de sufrir por “ tonterías” porque hemos aprendido a través de la experiencia. Ahora son ellos los que están aprendiendo.
  • Prestar atención a los mensajes no verbales. A veces nos da  más información de una persona lo que no está diciendo:  sus gestos,  su mirada etc… que lo que expresa de forma verbal.
  • Evitar interrupciones. Dejar que terminen las frases. A veces ocurre que mientras ellos hablan nosotros estamos pensando que decir y estamos deseando soltarlo… A muchos adolescentes les cuesta lanzarse a hablar, y si les interrumpes, pierden fuerza. 

A esta edad ocurre algo nuevo para ellos y para los padres: empiezan a ser capaces de razonar. Lo que hasta ahora era blanco o negro, ahora tiene matices, por ello se producen los choques. Ya no se conforman, porque hay más posibilidades. Lo que dicen los padres y profesores pierde fuerza. 
Pero ello lejos de ser malo, es señal de madurez. 

  • Propicia momentos de conversación. Hay niños que hablan sin parar, y otros que no “sueltan prenda”. Hay familias en las que unos hablan mucho y otros nada. Por ello debemos estar atentos y buscar momentos en los que el adolescente se sienta cómodos para “charlar “ de sus cosas a solas con su padre o su madre de forma natural, lo que menos les ayudar es un “siéntate, vamos a hablar”.  Ir con ellos de compras, viajes en coche, paseos… cualquier situación es aprovechable.
  • Valora sus puntos de vista. Aunque no estés del todo de acuerdo, el hecho de que tenga su propia opinión es fruto de una reflexión, y eso es elogiable. Un niño reflexivo, escucha con atención tu opinión, y ,aunque al principio no este de acuerdo, te sorprenderá el día que menos te lo esperes defendiendo lo que tu quisiste transmitirle. Lo que les dices nunca cae en saco roto, siempre que lo digas con sosiego y no como resultado de un enfado.
  • Negocia con ellos. Como norma la mayoría de los adolescentes van a intentar salirse con la suya. Muchas veces los planes de los niños de su edad nos asustan tanto, que nos cerramos en banda antes de oírlos.  Tu eres el adulto,  sabes mejor que ellos lo que les conviene, pero escucha sus planteamientos, tu vida no puede ser una pelea continua con tu hijo.  Mi lema para estos casos: una de cal, otra de arena.

Y para terminar una cita de Platón que me hizo mucha gracia cuando la leí. 
Es como si Platón viviera hoy en día entre nosotros…

¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres. Ignoran las leyes. Hacen disturbios en las calles inflamadas con pensamientos salvajes. Su moralidad decae. 
¿Qué será de ellos?

 (Platón 400 a.c)

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